miércoles, 23 de julio de 2008

Y de postre... ¡¡nos comemos a África!!



Hay pequeños detalles, olores o gestos que nos alejan de un individuo o un colectivo de representantes del pueblo. Cuando el súperequipo A de gobernantes universales decidió que había llegado la hora de invadir Iraq y humillar a la ONU, una foto quedó grabada para el recuerdo: la famosa instantánea de las Azores, con Bush, Blair y Aznar mirando al frente, seguros de domeñar el destino del globo, estadistas de hierro con el pecho hinchado, a punto de reescribir el nuevo orden mundial.

En otro ejemplo flamígero, durante una reunión del G-8 que ocurrió hace años, y benditas filtraciones de prensa mediante, una ristra de fotos de los grandes líderes en sus reuniones privadas recorrió el mundo ante el estupor de la ciudadanía global. En ellas, los eméritos gobernantes fumaban puros, regalaban carcajadas de arrogancia y ponían los pies sobre la mesa en un dibujo de la clase dirigente mundial que parecía copiar una viñeta de El Jueves (¡feliz aniversario!). En la reciente cumbre del G-8 celebrada hace poco más de una semana en Japón, y centrada en su primera jornada en buscar soluciones a la crisis alimenticia del planeta y la imparable escalada de precios, otro detalle quedará para el recuerdo. La obscena bacanal gastronómica que se dieron los reyes del mundo.

En la cena celebrada en el hotel Windsor, de la isla de Hokkaido, se sirvieron 19 variedades culinarias preparadas por 25 cocineros, al mando de los cuales estaba el prestigioso Katushiro Namakura, el primer chef japonés en ganar una estrella Michelin. George Bush (EEUU), Angela Merkel (Alemania), Gordon Brown (Reino Unido), Silvio Berlusconi (Italia), Nicolas Sarkozy (Francia), Yasuo Fukuda (Japón), Stephen Harper (Canadá) y Dmitry Medvedev (Rusia) disfrutaron además de seis vinos de Japón, Francia y California, que completaron el suculento banquete, con título y todo: “Delicias de la tierra y el mar". Y es que la pobreza en África, el envío de ayuda al continente o la escasez de alimentos que se debatieron durante esa primera jornada, debieron de suponer un desgaste brutal para sus señorías los gobernantes.

Diversas ONG han exigido a los Estados que forman el G-8 que cumplan con sus promesas de ayuda al desarrollo hechas en 2005. Entonces anunciaron a bombo y platillo aumentar la ayuda a África a 50.000 millones de dólares al año hasta 2010. Nada de eso se ha cumplido, y parece que parte del presupuesto se ha ido en pagar La grande bouffe de nuestros sabios regidores. Qué pena que no comiesen hasta reventar para emular a Marcello Mastroianni, Michel Piccoli, Ugo Tognazzi y Philippe Noiret. Ahhh, es que deberían ver más cine...

Así fue el menú, cuya traducción he aprehendido del blog de Ignacio Escolar, director del diario Público. ¡Todo sea por el copyleft!

ENTRADAS
- Maíz relleno de caviar.
- Salmón ahumado y erizo de mar.
- Tartaleta de cebolla.
- Bulbos de azucena y ajedrea.

PRIMER PLATO
- Ternera de Kyoto bañada en algas y condimentada con espárragos y salsa de sésamo.
- Tacos de atún con aguacate, salsa de soja y "shiso" (hierba japonesa).
- Sopa de almejas.
- Congrio con azucenas y vinagreta de soja.
- Langostinos.
- Rollitos de anguila a la plancha envueltos en bardana.
- Boniatos.
- Gobio frito en aceite de soja y azúcar.

ENTRE PLATO
- Sopa de marisco.

SEGUNDO PLATO
- Pescado del Pacífico a la plancha y con una vinagreta de pimienta.

TERCER PLATO
- Cordero lechal con hierbas aromáticas, trufas negras y salsa de piñones.

PRE POSTRE
- Tabla de quesos con miel de lavanda y frutos secos.

POSTRES
- Degustación "Fantasía del G-8"

CAFÉ
- Café y dulces rellenos de fruta

miércoles, 9 de julio de 2008

Viene el lobo y nos pilla viendo el fútbol


¡¡A por eelloooosss, ooee, a por eelloosss, ooee, a por eeellooos ooooe, a por ellos eoeeeeeee!!
Exclama al unísono la clase empresarial española

¡¡Alcooooohol, alcooohol, alcohol, alcohooooll, hemos venido, a emborracharnos, que nos exploten nos da iguaaaaaaal!!
Responde con una sonrisa encantada la clase trabajadora española

El epopéyico, majestuoso, histórico, inigualable (añádase la ristra de sinónimos del Word a mano) triunfo de España en la reciente Eurocopa ha dejado a la Piel de Toro con el éxtasis en el cuerpo. Decenas de años de frustración, de arbitrajes indignantes, penaltis fallados, juego rancio, insultos mediáticos y esperanzas rotas bañadas en las lágrimas de la ciudadanía han sido enterrados. ¡Albricias!, España es campeona de Europa, ¡olé! Qué felicidad, qué alboroto, por fi un perrito-copa piloto. Y después Nadal gana Wimbledon, ¡toma ya! En la mismísima hierba de la Pérfida Albión. Anonadados estamos, pues. Sin embargo, y aún a riesgo de flirtear con las teorías sobre la alienación de las clases de ese tipo de larga barba blanca (y no hablo de Papá Noel), este Bobolongo se siente en la obligación moral –perdón, ética– de anunciar el advenimiento de Sauron, el señor oscuro, sobre el mercado laboral español. Dios me libre de poner en duda la relevancia del fútbol en nuestras vidas, pero los empresarios... ¡nos van a dar por todos los lados mientras jugamos en la playa con un balón de Nivea!

Ya resuenan los tambores de guerra allende los mares. "Así serán los despidos de la crisis: más baratos, más rápidos y más duros", abría su información económica El Mundo hace semana y media. "La crisis sera más larga y profunda", analiza en su suplemento homólogo El País, que se centra en el desplome inmobiliario. Emilio Botín pide desde el continente que ha recolonizado –América– contención salarial –excepto la suya, claro está– para capear el temoral. El súperbanquero con la S grandota de Santander, fagocitador de entidades varias, aconseja paternalmente a su querido gobierno socialista, mientras, como patrocinador de la competición, entrega la Copa Libertadores al equipo Liga Deportiva Universitaria, de Quito (qué ironía, otra vez el fútbol…). A un océano de distancia, la patronal de los empresarios, la CEOE, manda sus tropas a sitiar el abismo de Helm. Con cara de sabio, su presidente, Gerardo Díaz Ferrán, habla de una "situación gravísima" y de "1,5 millones de parados más" si el Gobierno no "apuesta por medidas que flexibilicen el mercado". Si hacemos caso al señor presidente, y citando a una brillante ex compañera laboral, el trabajador español va a acabar siendo más flexible que las afamadas prostitutas tailandesas, con perdón de lo políticamente incorrecto.

Mientras, el Partido Socialista Obrero (me da la risa cuando digo esto...) Español medita un paquete económico de apoyo para el gremio de la construcción. Claro que sí, hombre, esos visionarios de la nueva economía no pueden dejar de tener beneficios anuales del 100 por cien. Si ya no pueden especular, algo les tendrán que regalar. "Nuestro sector inmobiliario es de los mejores del mundo. Vivimos un aterrizaje o ajuste suave“, sentenciaba con sagacidad el 24 de octubre de 2007 Carmen Chacón, por entonces ministra de Vivienda. Pero cómo disfrutan los políticos 2.0 enjuagándose la boca con "aterrizajes suaves", "burbujas", "ralentizaciones" y su panoplia de términos para pintar de rosa una pizarra que chirría al contacto de los rotuladores de colorines Crayon, que tanto disfrutan usando los juguetones ministros de ZP.

Mileuristas del mundo, ¡uníos!

Afortunadamente, uno sigue manteniendo intacta la capacidad para indignarse siete veces al día, así que cada vez que escucho el concepto flexibilidad me dan ganas de invadir la sede central de Telefónica y tragarme la última hornada de móviles 3G XYZ 3,4, con carcasa intercambiable. ¿Quieres más flexibilidad, vampírica CEOE? El poder adquisitivo del ciudadano español no ha hecho sino descender desde principios de los noventa, con las reformas thatcherianas del mercado laboral –despido barato, reconversión industrial salvaje, ETTs y compañía– apadrinadas por los gobiernos de Felipe González. Los sueldos son tan lamentables que si se cantase aquello de un bote, dos botes, mileurista el que no bote, no saltaría ni Dios. Además, el concepto de antigüedad es ya una leyenda homérica que se pierde en la noche de los tiempos, ya sea porque es imposible la estabilidad laboral, ya sea porque ese plus ha sido destruido en los nuevos convenios colectivos.

Perdida la antigüedad del trabajador, el efecto perverso concatenado es el establecimiento de dos categorías de trabajadores. La minoría veterana en las empresas, generalmente atrincherada en sus exiguos beneficios, y la mayoría de jóvenes explotados, con una escala salarial inferior. Habría que añadir un tercer nivel, el de los inmigrantes, alrededor del 8% de los asalariados con alta en la seguridad social. A nuestros compañeros latinos, rumanos o marroquíes que vienen a ganarse el pan y a intentar ahorrar entre prejuicios para ver si se pueden traer a su familia en el futuro, se les paga menos que a los jóvenes explotados, y, muchas veces, en negro. Qué hubiese sido sin el sector de la construcción -¡Ohhh, gran timón de la economía española, alúmbranos en esta noche oscura!- y su vanguardista estrategia de contratación de personal en las mil y una obras:
"O aceptas cobrar en B o te vas a la puta calle. Por cierto, cuando te largue, también te voy a echar en negro, así que lo de cobrar las prestaciones lo vas a tener chungo". Por tanto, si los salarios recrean la historia del Increíble Hombre Menguante, el coste de la vida sube como la espuma, el despido le sale por la patilla a los empresarios y las horas extras no las cobra ni el Tato, la gran pregunta que tanta zozobra me causa es: ¿de qué jodida flexibilidad habla el señor de la CEOE?


Preparan la segadora

Más calmados que yo, los sesudos expertos hablan del ajuste más brutal que va a sufrir el empleo desde que existe estadística laboral. En realidad, si se mira con detenimiento, el currante vive en un ajuste permanente desde hace lustros, ya que el empresario ha decidido hace tiempo que es la mejor estrategia para la sumisión perpétua del currante. Los despidos ya han comenzado, y en el verano la cosa no puede ir sino a peor. El ejemplo de la patronal de los transportistas, que ha aprovechado la barata excusa de los paros para echar a un buen puñado de trabajadores, tiene toda la pinta que será seguido ahora por el sector de la pesca. La "leve desaceleración" por "la presión de la coyuntura internacional" de la que Zapatero nos conminaba a no preocuparnos antes de las elecciones se ha hecho una bola de nieve. Rueda y rueda y el alud engorda. La crisis se ha llevado por medio en el primer trimestre de 2008 casi un cuarto de millón de trabajadores respecto a los tres meses anteriores, la mayor subida en 15 años, según datos de la EPA. Y el paro registrado ha aumentado en 423.237 personas desde que comenzaron a detectarse los primeros síntomas de desaceleración económica,
de acuerdo al INEM.


El brillante –merece la pena leerlo- artículo de El Mundo define con humor negro lo que se avecina: la "tormenta perfecta" en el mercado laboral. Sus autores, Francisco Núñez y Cristina Caballero, apuntan a las primeras víctimas del Tsunami neocon-liberal: el tercio de currantes temporales –"la clase precariada", que definió genialmente Gaspar Llamazares–, a quienes les va a renovar contrato Rita, the singer. De nuevo los trabajadores de la construcción –con un paro calculado en torno al 30%– reciben los primeros puñetazos. Después, los trolls abobinables en forma de ERE –Expediente de Regulación de Empleo– ya atruenan en la ontananza. Bajo esta figura, el empresario puede echar a grandes grupos de trabajadores aduciendo razones de causa mayor económica o técnicas. En teoría, estos ERE deberían ser para llegar a acuerdos de prejubilación beneficiosos para currantes que lleven media vida en una compañía, pero en la práctica, y más en tiempo de maremoto de crisis, se usan simplemente para poder echar a muchos a 20 días de indemnización por año trabajado, en vez de los 45 pertinentes cuando el despido es improcedente. Entusiasmados con su interpretación libre del himno catalán Els Segadors, los empresarios han aumentado en un 21% los ERE presentados.

Pero que nadie se preocupe, porque, como decía el clarividente Forges el otro día, en dos años llega el Mundial de fútbol. Y Nadal número uno de aquí a tres días. Pena de Fernando Alonso este año... Sí es que como en España no se vive en ninguna parte. Que si somos los mejores, ¡bueno y qué!, ¡bueno y qué!

martes, 10 de junio de 2008

El ataque de los vampiros de Bruselas

1 de mayo de 1886, cientos de miles de obreros de Estados Unidos inician una huelga general que dura varios días para conseguir la jornada laboral de ocho horas. Revueltas, manifestaciones y ejecuciones de sindicalistas de por medio, los representantes de la patronal finalmente acceden a la demanda a finales de ese mismo año. En 1889, la Segunda Intenacional proclama el 1 de mayo como Día Internacional del Trabajador en homenaje a los anarquistas asesinados, los Mártires de Chicago, y a la conquista de la jornada de ocho horas.

Anoche tuve una pesadilla espantosa. Estaba en el trabajo, acabando mi jornada. Apagué el ordenador y saqué el mp3 segregando jugos pensando en lo que escucharía camino a casa, para limpiar mi cerebro de los códigos binarios del curro. El sol se estaba poniendo, había sido und día productivo, y quería auto recompensarme con una hermosa birra (o dos). Me dispondía a coger el ascensor hacia la puerta de salida. Tardaba y tardaba. Parecía que todo el mundo se habia puesto de acuerdo para salir a la misma hora. Escuché una tema entero –y uno de los largos de Wolfmother-, y el ascensor seguí sin subir. ¿Pero qué diablos...?

De pronto me di cuenta de que la planta estaba desierta, que no había visto a ningún compañero en los últimos diez minutos. Me quité los cascos y... ¡¡bumm!! Quedé atónito. Un coro de gritos de diferente modulación recorrían las escaleras y pasillos del edificio. Hombres, mujeres y niños chillando de horror... El miedo me consumía.. ¿qué estaba pasando? Decidí salir por piernas del edificio cuando, por fin, sonó la señal de llegada del ascensor. Ansioso, con la garganta seca y la mente nublada, me abalancé dentro de él... pero cuando se abrieron las pueertas.. ¡¡¡aaaaaaahhhhhhh!!! Un tipo trajeado con los colmillos de Nosferatu saltó sobre mí y mordió despiadado mi cuello entre gruesas risotadas. Mientras me succionaba con saña, por mi cabeza pasaban los rostros desfigurados de Jimmy Hoffa, Lionel Jospin y Marcelino Camacho en un alarido mudo... Lo siguiente que recuerdo es que estaba tecleando de nuevo frente al ordenador, mientras la noche se cerraba tras la ventana...

Por si había alguna duda de lo que se trata realmente la Unión Europea, su alma vampírica ha quedado más que desnudada tras el mayor zarpazo a los derechos de los trabajadores del último siglo. La Unión Europea del Capital, ese club de burócratas que se excita en cada reunión cuando junta el prefijo neo con su querido vocablo liberalismo, ha decidido resucitar a Margaret Thatcher y Ronald Reagan para crear un vástago del que ambos estarían orgullosos. La Europa de las compañías corporativas han alcanzado un acuerdo para ampliar la jornada laboral por encima de las actuales 48 horas semanales, previo acuerdo entre el trabajador y el empresario. Así lo han decidido los ministros de Trabajo de los 24 países de la UE, a excepción de España, Grecia y Chipre. Qué razón tenían Francia y Holanda en votar en su día NO al tratado constitucional europeo.


En virtud de pactos individuales, empresario y trabajador podrán alargar la jornada laboral hasta 60 horas semanales, calculadas como media durante un periodo de 3 meses, e incluso hasta 65 horas en el caso de guardias médicas. En el caso de los galenos, los quebrantahuesos de la UE se han cebado si cabe un poquito más, ya que la directiva no considera tiempo de trabajo el periodo inactivo de las guardias de los médicos, algo aberrante que incluso va en contra de una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE.

Como el tiempo se computa como promedio durante tres meses, las jornadas se podrán alargar hasta las 78 horas, completando por fin el sueño dorado del buen empresario: un currante que trabaje por dos y cobre como si fuese medio. La medida, que aún debe recibir el visto bueno del Parlamento Europeo, va aún más lejos y permite superar las 65 horas laborales si hay un acuerdo entre los interlocutores sociales o si así lo establece el convenio colectivo. Además, como espectacular colofón a tan revolucionaria reforma, los contratos de menos de 10 semanas de duración no quedarán cubiertos por estas disposiciones, y por tanto no tendrán ninguna limitación de horas de trabajo. Estos contratos Flash -llamarlos temporales sería un exceso- permiten, en teoría, trabajar 24 horas al día durante 10 semanas. 240 horas empaquetadas con un lacito. Ideal para periodos picos en la producción. Dudo muchísimo que compañías pioneras en el cuidado social del currante, como las que gestionan servicios de teleoperador, hagan uso de esta posibilidad...

En teoría, el acuerdo contempla una serie de salvaguardas para garantizar que los trabajadores aceptan sobrepasar las 48 horas semanalas voluntariamente, y no forzados por temor al despido. El empresario deberá obtener un consentimiento por escrito del trabajador para ampliar la jornada, y este documento deberá renovarse cada año. Paralelamente, el acuerdo no podrá firmarse en el momento de la rúbrica del contrato ni durante las cuatro primeras semanas de la relación laboral. Pero son sólo paños calientes para justificarse ante la ciudadanía, y hay que ser my ingenuo para creer que evitarán la nueva era de explotación laboral contemporánea.

Parafraseando las palabras atribuidas a Bertol Brecht –que plagió de otro dramaturgo de la época-, primero vienieron a por la educación, pero como yo ya me había licenciado no hice nada. Luego vinieron a por la sanidad, pero como yo no me pongo nunca malo, tampoco hice nada. Y fnalmente vinieron a por los trabajadores, y cuando quise hacer algo ya me habían dado por Detroit. La Europa de la educación concertada, los hospitales gestionados por las constructoras y las politicas dictadas por un club no elegido en las urnas (la Comisión Europea) dirige ahora su hambriento apetito al trabajador. Ya que privatizamos todo, hagámoslo también con el tiempo libre de los currantes.

Los insignes ministros de Trabajo de la UE, adoctrinados por sus democráticos gobiernos, deberían ir más allá y no quedarse en esta tontería de quítame aquí unos derechos y ponme una docena de horas más. Como ellos definen esta ampliación bajo el eufemismo de "free choice" (libre elección) del trabajador –el Capital siempre ha sabido envolver esponjosamente su codicia: fuego amigo, daños colaterales....- , desde Os Bobolongos recomendamos una batería extra de medidas que hagan de Europa la vanguardia de la política laboral del mundo: Free blow jobs (mamadas libres) al jefe cada mediodía. Por supuesto, tambien opcional y previo acuerdo súper libre entre el empresario y el trabajador, faltaría más. Free back door. Lo mismo, pero permitir al capataz que te de por detrás, muy libre y opcional, claro está. Podría ser a primera hora, para definir bien la jerarquía corporativa desde el café de la mañana. Free extra hour. Bueno, esto es de cajón. Como esta reforma pseudo-socialista podría acabar con las horas extras sin remunerar, entrañable vínculo entre el trabajador –sobre todo español- y el empresario, la free extra hour permitiría seguir haciendo horas extras tras la jornada pactada de 60 horas.

Para los que dicen aquello de "¿para qué voy a votar?", "todos los políticos son iguales“, "yo no soy de izquierdas ni de derechas", "lo único que me importa es que me suban el sueldo", bla, bla, bla..., hay que recordarles dónde arranca esta iniciativa. El eje Mediterráneo -Francia, España e Italia- ejercía desde hace años la minoría de bloqueo contra los países centroeuropeos y Gran Bretaña, ansiosos de tragarse de un bocado al trabajador. Pero un buen día los franceses votaron a su pequeño Napoleón, Nicolas Sarkozy, y otro día los italianos votaron a su Vito Corleone –perdone la comparación, señor Brando-, Silvio Berlusconi, y la romántica pareja ha remado junta para poner el puño sobre el currante. El chambaleo es tan grotesco que Francia ha apoyado el aumento de la jornada laboral a cambio de que el primer ministro británico, Gordon Brown, del Partido La-Bo-Ris-Ta, apoye por su parte la reforma –aún más flexible- de las agencias de trabajo temporal. Así, directiva a directiva, el estado social europeo se va destruyendo.

La verdad es que esta Europa cada vez tiene más cara de novela de Orwell. Lo de ocho horas para el trabajo, ocho para el ocio y ocho para dormir (algún compañero de Os Bobolongos a veces coge prestadas 6 horas de sueño para computarlas en ocio...) será una leyenda aúrica que contaremos entre lágrimas a nuestros nietos. Cada vez somos más en el mundo, pero en vez de repartir la carga de trabajo para combatir también el desempleo, se camina imparable hacia el sueño del empresario: que un trabajador curre por dos. Aunque en realidad, alargar la jornada de trabajo sea una daga al corazón de la productividad: España es el mejor ejemplo, si voy a estar 12 horas en la oficina, me echaré 7 cigarritos, comeré en tres horas y surfearé otras tres. Eso a la Europa de las corporaciones no le importa. Sólo con los impuestos y beneficios sociales que conllevaría la contratacion de nuevos currantes, y que se van a ahorrar por la cara, ya van a hacer caja de sobra.

Por otra parte, la libertad de elección del trabajador en materia de jornada laboral es un cuento chino en un mandarín ancestral. Si no firmas esto te vas a la puta calle; La calle es muy fría; Detrás de ti tengo a 300 esperando para ocupar tu puesto, ¡y por menos dinero! no son versos del Romancero gitano, sino estrofas que sueltan por la boca los mil y un explotadores que campan por la piel de toro. Además, dejar al trabajador que pacte a solas con el empresario es renunciar a toda la historia legal y de lucha social colectiva. Claro que al capital y a cualquier capataz de tres al cuarto le encanta negociar de tú a tú con el trabajador, para que pueda ejercer el poder y la coacción sin ninguna restricción.
Te invito a trabajar a 55 horas.
Gracias pero paso. Invítame si quieres a un Santa Teresa on the rocks.
Vale, vamos al bar de abajo. Ah, pero antes, fírmame este finiquito, que me da la risa.
Destrozada la negociación colectiva, vía libre para el advenimiento de la segunda era industrial victoriana, pero sin un Dickens que escriba de las desigualdades.

Si a esta nueva ametralladora que se le va a regalar al empresario se une el nivel de servidumbre y la abdicación de la dignidad obrera en España, donde la gente hace y hace horas extras por la cara –las babosas que reptan por doquier deberán llegar a las 80 horas semanales para ascender-, el futuro invita a subirse a la sonda Mars Explorer y pasar una temporada mirando a las estrellas desde el adusto desierto marciano. Además, ¿qué pasará con la seguridad en el trabajo?, ¿es que un tipo currando 60 horas a la semana no es más proclive a tener un accidente? ¿Y no queremos aumento de la natalidad? Porque con estos horarios, vamos, de follar ni hablamos...

Por ahora, sólo la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos ha advertido de que, de aprobarse la directiva, podrían convocar una huelga en toda Europa. Desde esta humilde ágora hacemos un llamamiento a la HUELGA GENERAL EUROPEA. Que despirten los anestesiados sindicatos y nosotros, los trabajadores sin conciencia de clase y con el cuello dolorido de tanto agachar la cabeza. Un buen revolcón en la calle es lo mínimo que se debería hacer.

Recojo por último un post dejado en El Mundo por Dreamer Otnaive al respecto.

Darwinismo social del duro. Pero no pasa nada, los partidos de la selección seguirán siendo en abierto y habrá ofertas para que sigamos consumiendo los recursos del planeta en diferentes formatos. Y mientras un joven médico se queda dormido operando a un peón de la construcción, el dueño del hospital y el de la constructora ya habrán escondido sus millones en algún paraíso fiscal. Lo que me repatea es que siempre estará el lame-culos de turno que considera que esto es natural, que no se puede cambiar. C'est la vie. Que la gente egoísta siempre gana y que mejor comerse las sobras de los buitres. O sea, la moral del esclavo. Yo siempre he preferido la ética de la liberación.

miércoles, 30 de abril de 2008

El móvil amenaza los cielos



El silbido-himno de Kill Bill –sacado de un filme de 1968-, los pasos de la pantera rosa, la gasolina subiendo en sinuoso reggeaton, el paraguas de Rhianna y el grito sin sentido bisbaliano asaltan los cielos. La bandera blanca se ha izado y las puertas del fuerte se han abierto: los vuelos comerciales, los únicos espacios que hasta ahora habían resistido la invasión del móvil, son ya territorio comanche del celular. Los workalcoholics, habladores compulsivos y geeks que se enchufan en vena la tecnología están de enhorabuena. En tiempo real, blackberry al cinto o auricular al lóbulo, van a poder conocer la cotización de las acciones, los últimos flecos del presupuesto de turno o la carne que cenarán al aterrizar. "Ya sabes, la quiero al punto...".

Desde finales de abril, Air France ofrece la posibilidad a los pasajeros de recibir y realizar sus llamadas desde sus móviles. La compañía aérea francesa ya había sido pionera el pasado diciembre al ofrecer servicios de mensajes SMS y mail a bordo de un Airbus A-318. De momento, Ryanair ya ha anunciado que en junio comenzará a uso del móvil en veinte aviones que operen fuera de sus bases europeas y, si la cosa funciona, al final del verano se extenderá el servicio a toda la flota. El advenimiento del teléfono móvil en la aviación supone un nuevo paso en el imparable camino del alienamiento del ser humano y, bueno, un poquito menos profundo pero más importante, la pérdida de los pequeños oasis de paz de los que se gozaba en vuelo.

Esas cabezaditas sólo interrumpidas por el paso del carrito con la comida o la calma del silencio alrededor de la lectura de un buen libro tienen los días contados. Al llorar inmisericordioso de los bebés, el coro de voces pidiendo vasos de agua y el sonido de las rodillas percutiendo en el respaldo del asiento, se va a unir el interminable calidoscopio de politonos de los usuarios y las conversaciones a gritos con mamá. Sí, para que mamá sepa que "el vuelo va genial, llegamos a las 8, te estoy llamando desde el avión, ¿sabes?, ¡¡es increíble!! ¿Le has dicho a papá lo de que me tiene que llevar el viernes a Boadilla? Anda, dile a Pichi que se ponga...".

Se le saltan a uno las lágrimas de emoción al dibujar y escenificar en la cabeza y en estéreo las múltiples posibilidades que se le abren al ciudadano pasajero, largamente obligado a tener que volar sin hablar por el móvil. Los sonidos histriónicos y las conversaciones a gritos en medio de un restaurante o en un autobús se trasladarán al renio de los cielos, y, muchos, hasta los que renegaron tres veces de Jesús el celular, volverán a caer en la tentación

La adicción al móvil subirá 7 grados en la escala Nokiax, la gente se Motorolizará pasa pasar el
trago de las turbulencias y el señor Ericsson nos amenizará el viaje con el último sonido-llamada proveniente de la tele basura. Desde este blog con forma de púlpito laico levantamos la mano (izquierda) y juramos por Bokonón (con los dedos cruzados) que ninguno de los dos cabezones de Os Bobolongos hará uso alguno de celular en vuelo comercial, incluso en el caso de tener un tipo en el asiento contiguo con necesidad de contarte su vida por capítulos en un trayecto a Australia.


La insoportable pesadez del portable

Un sujeto al que veo reflejado en el espejo cada mañana tiene un jefe joven y que acaba de tener su primer hijo. ¡Albricias!, uno podría pensar, ¡este tipo seguro que abraza el concepto de concialiación de vida familiar y profesional y todos salimos ganando! Sin embargo, este émulo de Estajanov se marcha una semana de vacaciones y, durante ese tiempo de asueto, envía desde no se sabe donde cinco o seis mails diarios. Hay que aprender a saber... ¡des – co – nec – tar –se! Del curro, del teclado, de la blackberry, de la responsabilidad...

Por eso este lamento-saeta en la red aprovecha también para destacar a algunos llaneros solitarios que predican a favor de las barreras contra la omnipresencia tecnológica y el abuso que se hace de ella. Voces que piensan que es posible tomarse un café sin la compañía de un ordenador portátil, pasar un día en el trabajo sin el uso masivo del mail o tomar un vuelo sin darle cuerda al móvil. Hippies clarividentes del 2.0 como Philippe Marsollier (aka Phil Marso), escritor francés y padre de la editorial Megacom-ik, impulsor de Jornada Mundial sin Móviles, o Jeremy Burton, currante que puso de moda el concepto "Viernes sin mail" entre algunas heroicas compañías del mercado laboral estadounidense.


Marso, autor de la novela Tueur de portable sans mobile apparent (1999), algo así como Matar al (aparato) portátil sin móvil aparante, encabeza una divertida lucha ideológica en Francia contra el sonido discordante de los móviles –de ahí su propuesta titulada "Un día sin bla, bla…"- y el empobrecimiento de la lengua de Balzac por el abuso de la comunicación SMS. De hecho, tras un desafío lanzado por sus amigos, fue el primer autor en publicar el primer libro escrito por entero en lenguaje SMS: Pa sage a taba (Passage à tabac, frase hecha que podría traducirse como dar una paliza). "Sentía un ataque cada vez mayor a la lengua francesa y mi actitud hacia la utilización intempestiva de la abreviación sistemática en los mensajes de móviles se fue haciendo cada vez más hostil", es el razonamiento de Marso para su irónica obra.


No lo pases, ¡ciérralo!

Sin el barniz intelectual -y, por qué no decirlo, con una fina capa de pedantería- del buen escritor francés, pero con el pragmatismo y la eficacia del currante estadounidense, un buen día de 2004 Jeremy Burton, empleado del departamento de marketing de la compañía de software californiana Veritas, inició una pequeña revolución en Silicon Valley, la Tierra Prometida del capitalismo 2.0. A punto de coger el martillo pilón para golpear su ordenador cual monolito Kubrickiano, Burton, que recibía una media de entre 300 y 400 mails al día, estableció en su departamento los viernes como el día sin mail, con multa de 1 dólar por correo enviado en ese día. Como relataba un delicioso artículo de L.A. Times, a los 15 minutos de comenzar la ley seca de virtual, un compañero llamado Michael Parker se saltó la norma y mandó un correo.

"Era algo como gastar", rememoraba Parker, "no podía prescindir de ello", añadía con acento consumista el mailonómano. "Los que somos adictos como yo, necesitamos un jefe que diga no y que nos cierre el correo. Es la única forma". La terapia mail-cohólicos anónimos contra esta dependencia de patología psicológica dio resultado, y Parker, que sigue trabajando para Burton, reconoce que ha disminuido más del 20% su volumen de correos. Por su parte, Burton, ahora Consejero Delegado de Serena Software, ha lanzado una nueva iniciativa: los "viernes de Facebook", para promocionar las relaciones personales y entrelazar la comunicación corporativa con los planes del fin de semana.

La intención en este tipo de medidas es que los empleados hablen cara a cara o cojan simplemente el teléfono (no en un avión, eso sí...), fomentar el contacto humano y aumentar la productividad, porque se produce menos incomunicación y no se pierde medio día redactando correos. Paul Otellini, Consejero Delegado de Intel, criticaba hace unos meses en Financial Times "el paradigma del cubículo de Intel". Otellini se quejaba de que los ingenieros de su empresa, sentados en cubículos contiguos pero compartimentados, prefieren mandarse un mail antes que girarse y hablar. "La mera idea de sentarse y discutir ideas y colaborar se bloquea en un entorno en forma de cubículo", decía Otellini. Inlcuso el fantástico cómico Conan O'Brien visitó la sede de Intel y en su late night de la NBC alabó a Intel por "crear un entorno laboral donde la gente puede sentir que no existe la individualidad, no hay esperanza de futuro y nadie tiene sensación de que en la vida hay posibilidades".


Tras el gancho de izquierda de O'Brien, Otellini
está apostando por cambiar la estructura Matrix de las oficinas de trabajo, construir salas comunes y pintar de colores el gris absoluto que dominaba la empresa, además de apoyar iniciativas como el "Zero Email Friday" –¡¡el volumen de correos en Intel es de 3 millones al día!!-, programa piloto puesto en práctica entre 150 ingenieros, o la experiencia "Quiet Time".

Durante la jornada "Quiet Time", un grupo de 300 empleados se transforma en pensadores de Rodin cada martes por la mañana, cierra sus correos, sus contactos con los clientes y pone el cartel de "No molestar" en la puerta de entrada a su oficina. Tranquilidad en la era de lo frenético para centrarse en el trabajo intelectual, que los investigadores consideran clave para la creatividad y la innovación. Por cierto que Intel también publicita entre sus empleado los 10 mandamientos para convencer a los currantes de los beneficios de reducir el uso del mail.

Y es que no se trata de prohibir el envío de correos sino de redescubrir el poder de la voz y el contacto humano. Relajar las cadenas que esclavizan junto al ordenador, evitar los chorizos de mails mandados una y otra vez, y cortar un poquito las alas a los expertos del escaqueo laboral, que reenvían tareas con copia al último mono de la empresa para evitar responsabilidades.

sábado, 12 de abril de 2008

Haz el amor y... la guerra


Para combatir al enemigo, nada mejor que cambiar la base militar por el hogar matrimonial. Después de cinco años de invasión de Irak, el cansancio, el temor y el hastío de las tropas empiezan a ser muy altos, y los problemas del aparato militar para reclutar nuevos soldados que mantengan la ocupación y refresquen a los soldados actuales son cada vez más evidentes. Así que, y en vista de las palabras del candidato republicano a la presidencia -y por delante en las encuestas- John McCain, "si hace falta, estaremos otros 100 años en Irak", el departamento de Defensa de Estados Unidos ha decidido dar un paso histórico. De una forma discreta y sin hacer apenas ruido, se está permitiendo a los matrimonios compartir cama en los trailers y tiendas de campaña de las zonas de guerra de Irak (en Afganistán parece que la cosa va más lenta).

Desde que George Washington liderada el primer ejército profesional americano para luchar contra la ocupación inglesa, los hombres y mujeres del US Army habían estado en camas y barracones distintos. Lo que el rifle separa, que no lo unan las sábanas era la consigna. Pero hete aquí que hay que levantar la moral de las tropas, que pasan entre 12 y 15 meses de servicio alejados de los suyos, y para ello nada mejor que el caramelito de la placentera vida matrimonial. Esta promoción de 'Luna de miel en Irak', que por el momento excluye a las parejas de hecho y rollos de una noche, comenzó lentamente a finales de 2006, pero hasta hace unos días que lo ha tratado la prensa estadounidense la noticia había pasado desapercibida.

"Es bueno para los soldados. Y lo que es bueno para los soldados, es bueno para el ejército", ha asegurado el comandante Mark Thornton, de la III Infantería, a Associated Press. Lo cierto es que, según datos del propio ejército gringo, hay más de 10.000 parejas entre sus tropas, aunque
se desconoce el número de los que viven juntos en zona de guerra. Sólo en la Base Striker, en las afueras de Bagdad, 40 matrimonios se acuestan cada noche juntos, se olvidan de los horrores de la guerra con cariñitos y conjuran la violencia que ven a diario con el sexo marital. Eso sí, las muestras de afecto están prohibidas en público y no se pueden estrechar las manos o darse un besito con el uniforme puesto.

John Pike, director del think tank militar Globalsecurity.org., ha explicado a Reuters los motivos de este cambio de actitud del ejército: "Creo que están buscando debajo del sofá cualquier cosa que les ayude a mejorar la permanencia y el reclutamiento en el ejército". Y es que, ¿cómo si no matrimonios como el de la sargento Amanda Christopher, de 25 años, y su marido Matthew Christopher, de 22, podrían funcionar? "El que nos dejen hacer esto es una bendición para nosotros", ha dicho Amanda, que ya ha pasado 4 meses de su primer año de matrimonio en Irak. Amanda trabaja de enfermera en la Zona Verde de Bagdad y su marido en labores de administración, entre ellas las de la morgue. "Sin estar viviendo con ella, no sé si hubiera aguantado las cosas que he visto por aquí", se ha confesado a Associated Press Matthew.

Los privilegiados matrimonios viven en casitas en trailers que pueden llegar a los 120 metros cuadrados, con televisión vía satélite y los utensilios necesarios para el uso y disfrute de la vida occidental, lo que puede llevar a preguntarse a más de una parejita americana veinteañera: ¿Habrá que alistarse para tener una casa digna? El único riesgo en el futuro es el de la procreación: inevitablemente, las barriguitas de las soldados-esposa comenzarán a engordar en algún momento. Pero, mejor pensado, quizá que cientos y, por qué no, miles de niñitos de los soldados crezcan robustos en Irak entre metralletas y olor a fuego de mortero es el objetivo final que buscan los militares estadounidenses, una estrategia al más puro estilo de George C. Scott en la maravilla de Kubrick, Teléfono rojo, volamos hacia Moscú.

Que broten guarderías, escuelas y universidades en los campamentos militares para sobrellevar los 100 años de invasión a los que no hace ascos McCain. Críos que no jueguen a las batallitas con espadas de mentiras, sino que las vivan de verdad, que se empapen de la expansión de la democracia que se lleva a cabo en Irak para que, en el futuro, sean los nuevos defensores de la Pax Americana.


Photos: AP/Maya Alleruzzo

miércoles, 26 de marzo de 2008

Salarios Mini Yo para los jóvenes madrileños


OsBobolongos rompe la botella de cava (muy catalán, en honor a los trogloboicoteadores a la derecha del PP) en la narizota de nuestra recién nacida bitácora 'Me mata el curro' con una confirmación-puñetazo de la realidad laboral cañí. Según ha denunciado CCOO (Ce Ce Oh Oh, en lenguaje Urdaciano) con datos ante la Agencia Tributaria, el 88,6% de los jóvenes trabajadores en la Comunidad de Madrid tiene salarios por debajo de los 1.000 euros. De ellos, un 56% de los cobra salarios inferiores al Salario Mínimo Interprofesional, es decir, no cobran ni 600 euros al mes. Del estudio, el sindicato calcula que "hay que esperar a tener más de 35 años para comenzar a cobrar un salario equivalente al salario medio". ¡Viva Espaaaññña y Olé! ¡Pero qué salaos somos! ¡Cómo aquí no se vive en ninguna parte del mundo!

La estadística chirría acompañando la voz de la presidenta regional Esperanza Aguirre, a quien le gusta zambullirse en su latiguillo de "somos la comunidad más rica de España". Quizá si se descuenta el sueldo de jóvenes, inmigrantes (¿para cuando un estudio de sus sueldos?) y mujeres -entre un 15,7% de salario medio menor que los hombres en 2006- quizá le salgan las cuentas a la mujer que lucha denodadamente para llegar a fin de mes. Uno de sus concejales -de cuyo nombre no puedo acordarme- dijo ayer en la Ser que, claro, había que tener en cuenta que la mayoría de jóvenes trabaja sólo un par de mesecitos en verano y por eso la media baja. Y que, bueno, es normal que al empezar un curro se cobre poquito, pero que luego con el esfuerzo y el sudor de la frente se mejora progresivamente. Vaya, entonces, ¿por qué la mayoría absoluta de mis compadres sigue cobrando la misma plata que hace un lustro, una década?

Pero en flin, que decía Flipper, tampoco es cuestion de hacer sangre con la enemiga íntima de Rajoy y sus risueños atláteres, porque la realidad madrileña es exactamente igual a la del resto de Espñ.., perdón, del estado, que diría Carod. El salario real medio de la Gran España, Monarquía parlamentaria instaurada por Paco el chocolatero y gobernada por el Partido Socialista Obrero Español durante 17 de los 31 años de democracia, ha bajado un 4% en 10 años y nos hemos convertido en el único país de la OCDE en el que se ha producido un retroceso en el poder adquisitivo. Curiosamente, mientras la nómina mensual se parecía cada vez más a un perfil de Letizia Ortiz de Rocasamolo o cómo diablos se diga, el PIB con el que tanto jugueteaba Zapatero en los debates crecía y crecía y los beneficios empresariales se disparaban al 75%. Santander, BBVA, Telefónica, Banco Popular, qué bueno que no paráis de engordar.

La gran pregunta ante el vudú a la clase precariada, como acuñó con brillantez Gaspar Llamazares, es... ¿dónde coño está la indignación?, ¿la protesta en la calle?, ¿la presión sindical? Entumecidos -un servidor el primero-, narcotizados por el mundo feliz de los mass media y obsesionados por la diabólica trilogía gastar, comprar, poseer, nos hemos dejado embaucar y marchamos por el senderito de los corderos dejándonos ir como Julito Iglesias. Lo importante sólo parece llegar a ser... ¡propietario!

Hay que tener un pisito, que retratara el gigantesco Rafael Azcona. ¿O acaso el espumoso movimiento por una vivienda digna no reivindicaba el derecho a TENER una casa y pasaba de largo del alquiler? ¿Pero qué hace un chaval de 20 años con un piso en propiedad? En 2003, los jóvenes españoles necesitaban 11 años de salario íntegro para comprar una casa. Ahora son 18. Mañana serán 28 y pasado 58. ¿Por qué seguir alimentando al tritón del océano bancario?

Caricatura de Forges publicada en El País


Hipoteca y mileurismo parecen cogidos de la mano, y deberían ser antagonistas como aceite y agua, Gallardón y Aguirre, monarquia y democracia, Cheney y verdad, Javier Bardem y Emilio Aragón... Desde este rincón, al menos, haremos proselitimo de las libertarias connotaciones vitales del alquiler -a un precio razonable- y sacaremos el martillo pilón para golpear a los que explotan a los trabajadores, a los liberales nihilistas y a los financieros antropófagos y que nos obligan a resoplar auqello de... ¡Me mata en el curro!